domingo, 6 de febrero de 2011

Conspiración


Hasta el cuervo está ronco de graznar

la fatídica entrada de Duncan

bajo mis almenas. Venid a mí, espíritus

que servís a propósitos de muerte, quitadme

la ternura y llenadme de los pies a la cabeza

de la más ciega crueldad. Espesadme la sangre,

tapad toda entrada y acceso a la piedad

para que ni pesar ni incitación al sentimiento

quebranten mi fiero designio, ni intercedan

entre él y su efecto. Venid a mis pechos de mujer

y cambiad mi leche en hiel, espíritus del crimen,

dondequiera que sirváis a la maldad

en vuestra forma invisible. Ven, noche espesa,

y envuélvete en el humo más oscuro del infierno

para que mi puñal no vea la herida que hace

ni el cielo asome por el manto de las sombras

gritando: « ¡Alto, alto!»

(Lady Macbeth conspira para matar al rey Duncan y que su esposo consiga la corona que las brujas le han vaticinado - Macbeth, Acto I, Escena VI - W. Shakespeare)

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